Carlos Emel Gómez Pereira

Mi nombre completo es Carlos Emel Gómez Pereira, tengo 90 años y ahora en Julio 31 cumplo 91 años.

Mi segundo nombre tiene una historia particular, lo escogió mi papá, por un amigo judío que él tenía llamado Emanuel. Durante la inquisición y los reyes católicos hubo persecución contra los judíos entre ellos Emanuel, entonces los Emanuel contrajeron su nombre a Emel y de allí viene mi nombre.


Nací en pueblo llamado Florida, Valle del Cauca, Colombia, queda a 45 o 50 km de Cali. Es un pueblo que limita por el sur con el Cauca y en la cordillera con el Tolima. Nací en una finca, fui campesino, era una finca muy cerca al pueblo. La casa se llama la Colina, porque queda en una colina. Viví ahí con mis padres hasta los 14 años porque me mandaron a Bogotá a estudiar, a pesar de que en Florida el colegio era muy bueno para ser un pueblo. En ese momento tenía unos 3000 habitantes y había unos profesores a quienes recuerdo con demasiado cariño, porque fueron quienes inculcaron en mí el deseo de saber, eran muy buenos profesores y tenían un colegio muy bueno.

De mi niñez atesoro el recuerdo de nadar en el rio, para llegar, usted baja la colina, encuentra un potrero y ahí al lado está el rio. Allí teníamos un sitio con mi hermano donde nos bañábamos mucho y nos encantaba estar metidos en el agua. Generalmente, mi mamá tenía que ir con la correa para sacarnos de allá, para que fuéramos almorzar, me encanta recordarlo, lo que más me agrada de mi niñez es el río y montar a caballo. Yo tenía mi caballo, me encantaba montarlo, esos son de los recuerdos perennes que tengo en mi vida.

Estudié economía, en la Universidad Nacional en Bogotá, cuando me gradué regresé a Cali y empecé a trabajar con un laboratorio. Trabajé en la industria farmacéutica por el espacio de unos 25 o 30 años, mucho tiempo.

Me casé, tuve 3 hijos. Primero 2 hijas y el menor que es un hijo. Mi señora murió, mi primera esposa. Entonces me volví a casar con mi actual esposa hace muchos años y tengo una hija con ella.

Mi hijo tiene dos hijos, una de mis hijas tiene una hija y ella a la vez tiene dos niños, así que tengo cuatro hijos, tres nietos y dos bisnietos, tienen 2 y 1 año, los disfruto mucho, pero por teléfono, no viven acá, viven en Estados Unidos. Envié a mis hijas a estudiar allá, mi hija, la que es abuela se casó y en Estados Unidos tiene su vida. Mi nieta nació en los Estados Unidos, los bisnietos también son gringos, me gusta que los están educando, hablando español en la casa, así aprenden los dos idiomas, es más fácil desde niños.

Con mi Señora vivimos en Venezuela mucho tiempo, así que mi hija menor nació en Caracas. Mi señora fue funcionaria del vicecónsul, en el consulado de Colombia, entonces cuando nació mi hija, la registramos también como colombiana.

Caracas es una ciudad encantadora, tuve un tío declamador que decía que Caracas era como una casa de empeños, el que se quedaba más de 90 días, se quedaba toda la vida.

Yo organicé un negocio aquí en Cali, entonces me quedaba en Cali 15 días y lo que producía lo exportaba a Venezuela. Exportaba la mercancía y me iba, logré que mi mercancía se demorara de Cali a Caracas 8 días, pero para eso debía ir a Cúcuta, a mover la aduana, de los dos países. Entonces me estaba prácticamente 15 días en Cali y 15 días en Venezuela.

Después exporte muchos productos de Venezuela a Colombia, así que constantemente estaba de un lado al otro. Yo producía guantes industriales, tuve la empresa más grande de guantes industriales en Colombia. Tenía 200 obreros, era un negocio bonito, trabajaba muchísimo.

De hecho, tengo muchas anécdotas de tanto que anduve, pero recuerdo una en especial, un gran amigo de un tío mío, que después se hizo muy amigo mío, un hombre muy culto, un historiador venezolano, era senador de la república de Venezuela, después fue presidente, un gran señor. Una vez estábamos en la aduana de Cúcuta y yo tenía diez mil dólares, un policía en Venezuela me esculco mi maletín, en esa época se podía cargar un millón, era permitido, entonces me dijo que me los iba a decomisar, le pregunté, ¿por qué? Y me dijo mire el periódico, anoche robaron, y le dije, ¿pero acaso yo estuve en ese robo? O ¿qué pasa? Porque si estuve en ese robo, en vez de demonizarme mi dinero, métame a la cárcel. Total, se estaba agrandando el problema, y como caído del cielo, llego mi amigo, el senador, me preguntó, ¿qué le pasa Carlos? Y le conté, entonces le dijo al tipo, soy el doctor fulano, no tiene derecho a decomisarle el dinero, él tiene derecho a movilizarlo, lo tiene permitido por la ley, mire, le dijo, el avión nos va a dejar, y si nos llega a dejar hago que usted pague el hotel y puede perder el puesto. La conclusión fue que me devolvieron el dinero, yo aprecio mucho a mi amigo, me salvó de problemas allá en Venezuela, porque para los inmigrantes, sobre todo si nos va bien en otro país, hay problemas, no piensan que sea porque uno trabaja mucho o porque tiene buenas ideas, comienzan las autoridades a ver cómo te molestan la vida. Así somos los humanos, así que ese señor me defendió mucho, me ayudó, éramos muy buenos amigos, era un hombre muy correcto, cuando era presidente, una vez le dije que me apoyara con un negocio y me dijo, si son cosas licitas usted sabe que tiene todo mi apoyo, le dije, claro es lícito.

A raíz de todos los problemas que se presentaron en Venezuela nos tocó venirnos porque no había más remedio, pero bueno las etapas en la vida se cumplen y uno debe dejarlas atrás. Pasamos una vida linda, muy fabulosa allá, pero pues ya es época pasada y hay que seguir viviendo, sin embargo, uno mantiene añoranzas con Venezuela.

Creo que la clave para llegar a los 90 con un buen estado de salud es genética, mi abuela vivió 99 años, mi bisabuela la mamá de ella vivió 104 y mi mamá murió más joven a los 89, por un cáncer.

Mi mamá no se trató a tiempo un cáncer uterino, creo que hubiera vivido más, pero en este tiempo era pecado contar a la gente que se tenían problemas uterinos, tal vez era el pensamiento de la gente hace 60 -70 años, se dejaban morir por no contar lo que les estaba pasando. Ella tenía un sobrino muy bueno, médico, se había especializado en cancerología, era profesor, un hombre muy disciplinado, él fue quien evito que mi mamá se muriera tan rápido. Además, yo tenía unos amigos en Bogotá en el Instituto Nacional de Cancerología, llamé y me dijeron que la mandara y me la trataron con guantes de oro, le hicieron un tratamiento muy especial. Además, el que era gerente en ese momento, yo le había ayudado a ser nombrado director, estaba muy agradecido conmigo, le aumentaron la vida a mi mamá con ese tratamiento.

Asi que yo pienso que vivir muchos años es más cuestión de genética, sin embargo, por varios años caminé bastante, hice gimnasia todos los días, algunas veces era un poco disipado, ya no troto, camino mucho, soy caminador de trechos largos.  Hago ejercicios suaves por mi edad, más que todo estiramiento de los músculos y demás, casi todos los días los hago.

Me operaron hace 16 años del corazón, cirugía a corazón abierto, me molesta el corazón, resulta que me deben poner un marcapaso, pero por la cirugía que ya tuve, se corren riesgos, entonces no me lo pueden poner. Ahora tomo medicina, que afortunadamente me tiene tranquilo el corazón, pero es una falla grave. El día que se aburra o se canse y deje de trabajar, qué vamos a hacer, yo le digo no se canse, ojalá me escuche.

Siempre he tenido muy buena memoria, aunque siento que se me está acabando porque, por ejemplo, a pesar de que leo mucho, lo que leo no se me está quedando mucha cosa, claro que yo insisto en leer, así me acuerde poco.


También aprendí inglés, se me ha olvidado, me hablan y ya no entiendo mucho, pero por lo menos lo leo y lo entiendo. Mi memoria siempre ha sido fabulosa, tal vez lo heredé por parte de mi papá, porque tenía un tío que era un declamador fabuloso, y uno le declamaba a mi tío un soneto dos o tres veces y él se lo repetía, tenía una memoria increíble.

Fui una persona muy activa, resulta que ahora me toca recordarle a la familia que yo aún soy activo, que aprovechen mis saberes. Porque a los viejos nos hacen a un lado, no tenemos utilidad así seamos una biblia. Si usted lee la antigüedad quienes regían los destinos de las ciudades y estados, eran los viejos, los ancianos eran los que gobernaban porque tenían los saberes.

Tengo una tertulia con unos ancianos, que también les gusta a leer, pues naturalmente se habla de política, todos hemos sido políticos, bueno, yo no, pero mis compañeros si lo fueron y yo siempre los acompañé. Las reuniones son muy agradables, se tocan temas agradables. También los jueves a las 2:30pm oímos tangos, se comparten las sabidurías del tango y la música. Naturalmente nos mantiene activos.

Pienso que la sociedad nos debería dar un pequeño cupo, por lo menos que nos aprovechen un poco, cualquier cosa sabe uno que ellos no saben, igual la familia. 

En la sociedad actual los viejos estamos aislados totalmente, yo tengo ese refugio ahí con mis viejos, tomamos café, se habla de lo humano, de lo divino, no falta que se mueran en un año, dos o tres. Porque hay gente de 90 años, 85 años, todos estamos quemando aceite.

Nosotros en nuestras conversaciones arreglamos el país o lo desarreglamos, nos ponemos de acuerdo con Petro o peleamos con él. Nos reunimos generalmente unas dos veces a la semana, ayer estuve allá.

Conozco todo el país, porque fui gerente de una división de Merck Sharp and Dohme, y entonces naturalmente conozco todo Colombia, con frecuencia tenía que ir a una parte y a otra. Pensé en volver a muchos de los sitios donde tengo gratos recuerdos.

Aunque intentando volver tuve una mala experiencia, un día fui a Valledupar, invitado por un amigo, mi señora y yo, a hacerle un homenaje, a una política muy importante, que fue embajadora en Venezuela. Mi amigo le hizo una fiesta muy bonita, tenía que ir para Caracas y se me ocurrió irme en bus para acordarme de pueblos y cosas que yo había conocido, y el desencanto fue horrible. Lo que tenía en mi mente de lo que eran esos sitios, estaba todo horrible. Entonces había pensado hacer visitas por Colombia, sitios que quería recordar y me acorde de esa situación y decidí no hacerlo. Prefiero quedarme con los recuerdos que ya tengo. Me acorde de una poetiza barranquillera que dice que volver es morir un poco.

Actualmente vivo en Cali, me gusta mucho, el clima me parece genial, aunque todo cambia y no de acuerdo con el pensamiento de uno. Hubo una época en que Cali era la ciudad más cívica del país, nadie botaba un papel en el andén, todo marchaba muy bien, hoy en día es un desbarajuste, no hay una fuerza cívica que aconducte a la gente, así no se puede. Si todos hacemos lo que nos da la gana no se puede convivir.

A mí me gustaría que me usaran más actualmente, por eso decidí ahondar en los saberes campesinos que tengo y lo saberes del laboratorio, y decidí hacer videos en Instagram compartiendo eso que sé. Estoy comenzando, tengo varios seguidores, la cuenta se llama Don Ciencia, no había querido hacerlo, no quería que pensaran que soy un sabelotodo. Pero decidí que quería compartir lo que sé, he sido un buen lector, sigo leyendo, así me doy cuenta de todas falencias intelectuales que tengo.

Mi consejo, es que deben trabajar muy fuerte y todos los días tratar de saber un poco más, no conformarse con lo poco o mucho que se sepa, sino siempre pensar que se puede adquirir un mejor conocimiento de algo. Es muy importante, uno se encuentra muchos profesionales que creen que ya saben mucho, entonces se quedan estancados mentalmente, no progresan. Nunca se sabe demasiado.

 

Esta es la Historia de mi vida. 

 

Con Cariño,


Carlos Emel Gómez Pereira.


Historia relatada por Carlos Emel el 30 de Enero de 2023.

 

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