Síndrome vespertino



¿Sabías que hay una hora del día en que las personas con demencia presentan mayor agitación o inquietud?

De los mayores desafíos que enfrentan las personas que padecen demencia, sus familiares y cuidadores son los síntomas neuropsiquiátricos, los cuales con el progreso de la enfermedad a etapas más avanzadas se hacen más notorios y se tornan cada vez más difíciles de manejar. 

Como cuidador o familiar, muy probablemente has notado que cuando empieza a atardecer la persona con demencia presenta mayor inquietud y agitación. Una condición que refleja la complejidad de las manifestaciones neuropsiquiátricas de esta enfermedad se representa con el síndrome vespertino, definido como la aparición o empeoramiento de los síntomas neuropsiquiátricos en las últimas horas de la tarde o al llegar la noche. 

Se manifiesta con una amplia variedad de síntomas como ansiedad, agitación, agresividad, caminar de un lado a otro, gritos, alucinaciones visuales o auditivas. 

No existen criterios estandarizados para su diagnóstico y tampoco es mencionado en la más reciente revisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSMV, de sus siglas en inglés. Pero más allá de esto o que en la literatura no haya un consenso para definirlo, el síndrome vespertino es un fenómeno con una gran relevancia clínica y social. Según la asociación de Alzheimer por lo menos el 20% de los pacientes con Enfermedad de Alzheimer podrían experimentar este síndrome. 

Algunos autores describen este fenómeno solo en personas con demencia, no solo tipo Alzheimer, sino también se ha identificado en otros tipos como vascular y frontotemporal. Otros autores lo han identificado también en personas mayores sin déficit cognitivo, por supuesto en menor medida. 

Se han propuesto algunas hipótesis para explicar este síndrome, desde la perspectiva neurobiológica se considera que está relacionado con alteraciones del ritmo circadiano, debido a la pérdida neuronal y la acumulación de neurofibrillas en el núcleo supraquiasmático. Adicionalmente los niveles de melatonina, hormona secretada por la glándula pineal, se han encontrado disminuidos en las personas mayores y particularmente en aquellas personas con enfermedades neurodegenerativas. 

Desde la perspectiva ambiental, se han identificado algunos determinantes que contribuyen al síndrome vespertino. Por ejemplo, la exposición limitada a la luz durante el día, la disponibilidad reducida de los cuidadores durante la tarde y noche, fatiga durante la tarde, asociado a actividades intensas durante el día y no tener una rutina diaria. 

Existen otros factores que aumentan el riesgo de síndrome vespertino como el dolor, deficiencias visuales y auditivas, y trastornos del estado de ánimo. 

Teniendo en cuenta que es un fenómeno multifactorial, la mejor manera de evaluarlo es a través de una aproximación multidimensional, prestando especial atención a la identificación de sus principales precipitantes en la persona. Sobre todo aquellos aspectos que podrían llegar a ser prevenibles o modificables, de este modo implementar intervenciones principalmente no farmacológicas, ya que ha crecido el consenso de enfocar el tratamiento inicialmente a intervenciones de dicha forma y considerar las terapias farmacológicas en personas con casos que no responden a las intervenciones iniciales. 


En general las principales recomendaciones son, la terapia de luz, que consiste en exponer a la persona en las últimas horas de la tarde a la luz, puede ser natural o artificial. Minimizar los ruidos no necesarios, por ejemplo, aquellos visitantes que hablen muy fuerte o cuando hay muchas personas hablando al mismo tiempo. Promover las rutinas diarias, evitar la estimulación sensitiva de forma excesiva, prevenir restringir físicamente a la persona, planear caminatas previas a la hora donde presenta las manifestaciones del síndrome, instaurar aromaterapia y/o musicoterapia. 

Teniendo en cuenta que el mayor desafío del síndrome vespertino es el aumento de la carga en el cuidador, este debe ser parte primordial del enfoque e intervención que se defina, es fundamental educarlo sobre este fenómeno y como puede ser participe del tratamiento.



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